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jueves, 19 de enero de 2012

Revelación



Antes de finalizar el año 2011 tuve la ocasión de participar en un círculo de energía, entrelazando las manos. Más allá del calor y sensaciones localizadas en las manos, entra en juego todo el campo energético personal y universal. Una mujer del círculo sugirió evocar, vivenciar, escenas felices de la infancia.
Así lo hice. Yo me trasladé al campo. Un campo de trigales, con cielo azul profundo y alguna nube blanca algodonosa. En ese instante yo era un niño felizmente inocente, sonriendo a la naturaleza.

En mis últimos tiempos, todas las señales dirigían mi búsqueda, mis inquietudes, hacia mi propio interior. Mi curiosidad innata tomó consciencia de que la respuesta final no la encontraría fuera, sino dentro de mí.
De algún modo había llegado a sintonizar con la inscripción del templo de Apolo, en Delfos: Conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los Dioses.




Leí con emoción y placer Tú eres Dios, de P. Raymond Stewart, libro que adquirí en París-Valencia de Alfonso el Magnánimo. En toda la obra, como su título presagia, se reafirma la idea de que cada uno de nosotros es una parte individualizada del Uno, de Dios, del Ser, de la Consciencia cósmica, del Tao.
De modo que, influido por la convicción de mi divinidad, de ser una parte del Uno, en la práctica de la rueda de energía evoqué y sentí ser un niño feliz.
El niño convencido de ser Ser, de ser Dios, parte del Universal, se preguntaba cómo experimentar sin género de dudas esa pertenencia divina, esa hipotética conjunción.

Y ocurrió. Tuve la fortuna de sentir que, gracias a compartir la energía del círculo, cada parte de mi ser, cada una de mis células, tiene una contraparte externa, un equivalente en el medio ambiente, algo que las une al Todo. Sentí que cada célula es consciente y tiene su correspondencia con un elemento externo. La coherencia y correspondencia me hicieron percibir un sentido de continuidad, de unidad.


Esquema de una célula


Durante la noche del día siguiente, repetimos la experiencia del círculo de energía entrelazando las manos, y volvió a ocurrir.
Avancé un poco más en mi experiencia. Ahora, además de la correspondencia entre mis células y el ámbito exterior, sentí  que a cada parte constitucional de cada célula, a cada átomo, también le corresponde otra contraparte externa, sin solución de continuidad. La experiencia de Unidad fue, para mí, una revelación.

Vacío
Esta experiencia reveladora concluyó al sentir la continuidad del vacío en la Unidad.
Mi propio vacío, el espacio existente entre las partículas materiales de mi Ser, se extiende sin solución de continuidad hacia el Gran Vacío, materia oscura, espacio entre materia celeste.



Así, de nuevo, experimenté el aforismo atribuido a Hermes Como es arriba es abajo, como es abajo es arriba.




En el paratexto del citado libro de P. Raymond Stewart se lee “Ser Dios no es algo que nos vaya a permitir multiplicar nuestro egoísmo al infinito. Más bien, es justamente nuestro egoísmo el que nos impide ser Dios.
Para descubrir nuestra realidad divina no necesitamos emprender ninguna búsqueda ni ir a ninguna parte. Dios no está escondido ni separado de nosotros. Lo único que debemos hacer es derrumbar los muros que hemos construido a nuestro alrededor”.







Así que... manos a la obra, divinamente

A propósito del vacío, de la esencia del ser humano, puede verse en el siguiente vídeo, desde el minuto 4:24, la explicación del físico Nassim Haramein de "como el  infinito cabe en un espacio finito", cómo "cada una de las células tiene un potencial infinto", cómo para la búsqueda del infinito aconseja mirar hacia dentro, para poder entender la propia naturaleza y el propio potencial. [Añadido el 29/08/2013].




NOTAS

P. Raymond Stewart Tú eres Dios, Editorial Sirio, p. 178 > http://www.paradigmalibros.com/

Adam Kadmon del hebreo אדמ קדמון y este a su vez del arameo - Hombre de la tierra, significa "Hombre Primordial" en los textos cabalísticos, comparable al Anthropos del gnosticismo (…) [http://es.wikipedia.org/wiki/Adam_kadmon]

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